La infección ósea, también conocida como infección de hueso, se presenta especialmente cuando hay una patología previa, ya sean fracturas expuestas o cirugías que se infectan.
Según el doctor Juan Manuel Salas, traumatólogo de Clínica Dávila, “generalmente lo que más se ve son los huesos largos y expuestos, por ejemplo, la tibia, las manos y las piernas”. Asimismo, agrega que los pacientes diabéticos o con bajas defensas, son más propensos a presentar una infección ósea.
Síntomas y tratamiento de la infección ósea
Dichas infecciones se pueden identificar por la presencia de pus, enrojecimiento de la zona, dolor, piel tibia, fiebre, compromiso del estado general e impotencia funcional, es decir, la incapacidad de utilizar todo o parte de la región afectada.
Si un paciente tiene alguno de los síntomas expuestos anteriormente, debe acudir a un especialista para que lo examine y así pueda realizar una evaluación apropiada.
El traumatólogo asegura que el diagnóstico se realiza principalmente a través de la historia clínica y un examen físico que se puede complementar con laboratorio y radiografías.
El tratamiento para las infecciones de hueso va a variar dependiendo de la gravedad de cada caso, sin embargo, el especialista explica que el trabajo siempre se debe realizar con un equipo multidisciplinario que considera la intervención de un infectólogo y un nutriólogo, para que estabilicen las defensas del paciente, un fisioterapeuta para evitar que las extremidades se atrofien y el traumatólogo a cargo.
En este contexto, en una primera instancia se busca tratar la infección con antibióticos, pero cuando ya está demasiado avanzada, es necesario aplicar una cirugía que consta de un aseo quirúrgico y dependiendo de cómo evoluciona, se ve si es necesario abrir el hueso para extraer los tejidos muertos y posteriormente hacer la fijación. El experto explica que la fijación de una infección se hace a través de instrumentos externos, ya que es altamente probable que, si se hace con un material interno, el cuerpo lo rechace.
Finalmente, el doctor Salas explica que cuando hay una fractura expuesta, una buena forma de prevenir las infecciones óseas, es realizar el aseo quirúrgico antes de las primeras 6 horas, ya que así hay menor contaminación y tendencia a la infección.