Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) son un conjunto de patologías vinculadas al desarrollo cerebral que afectan la forma en la que una persona se relaciona con los demás, se comunica, se comporta, piensa y siente.

En general, son trastornos que engloban a un grupo de personas que comparten déficits similares a los que presentan las personas con autismo, por lo que los TEA también engloban al Síndrome de Asperger, Síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo de la infancia, entre otros.

Según explica la doctora Jessica Reyes, psiquiatra infanto juvenil de Clínica Dávila, los TEA “constituyen uno de los trastornos más enigmáticos y limitantes que existen, dado que las personas afectadas presentan alteraciones en tres áreas básicas del desarrollo, tales como la interacción social recíproca, la comunicación verbal y no verbal, y la flexibilidad en el repertorio de intereses y comportamiento”.

Las características peculiares que definen los TEA provocan graves desajustes en el sistema familiar y generan necesidades en todos los ámbitos y contextos de desarrollo. Aunque suelen comenzar en etapas tempranas del desarrollo, pueden prolongarse a lo largo de toda la vida.

Causas de autismo y TEA

Actualmente se considera que el autismo y los TEA son trastornos del neurodesarrollo de origen múltiple. “Aunque todavía no existe una respuesta concluyente sobre la naturaleza y factores que los originan, estudios recientes sobre avances en biología del autismo indican una fuerte responsabilidad genética”, indica la doctora Reyes.  Así, sería principalmente producto de una disfunción neuro evolutiva, con diversas causas orgánicas, que afectan a la ontogenia (desarrollo) cerebral y psicológica. No existe ninguna vinculación con la aplicación de vacunas.

Síntomas de autismo y TEA

Los niños o adultos con Trastornos del Espectro Autista podrían presentar las siguientes características:

  • No mirar los objetos cuando una persona los señala.
  • Tener dificultades para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras personas.
  • Evitar el contacto visual y querer estar solos.
  • Preferir que no se les abrace.
  • Repetir o imitar palabras o frases que le dicen.
  • No jugar juegos de simulación.
  • Repetir acciones una y otra vez.
  • Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
  • Tener reacciones poco habituales al olor, al gusto, al aspecto, al tacto o al sonido de las cosas.
  • Perder la destreza que antes tenía. Por ejemplo, dejar de decir palabras que antes usaban.

¿Cuándo consultar?

La especialista recomienda que, si un niño presenta algunos de los síntomas descritos, de debe consultar a la brevedad con el pediatra, quien podrá determinar si necesita una evaluación psiquiátrica o neurológica.

“El diagnóstico puede ser difícil de hacer, debido a que no existen pruebas médicas, como el análisis de sangre. Para llegar al diagnóstico los médicos observan el comportamiento y desarrollo del niño”, aclara.

Los TEA pueden detectarse a los 18 meses o incluso antes; a los dos años de edad, el diagnóstico realizado por un profesional experto puede considerarse confiable. “Sin embargo, hay muchos niños que no reciben el diagnóstico hasta que son mucho más grandes, y este retraso significa que hay niños con TEA que no están recibiendo la ayuda temprana necesaria”, puntualiza la especialista.

¿Cómo se abordan los TEA?

No existe una cura para los Trastornos del Espectro Autista, aunque las investigaciones muestran que intervenciones tempranas pueden mejorar el desarrollo de estos niños. Estas intervenciones pueden incluir terapia para ayudar al niño a hablar, caminar e interactuar con los demás.

El abordaje de los pacientes con TEA es multidisciplinario e incluye además el trabajo psicológico, con terapeuta ocupacional, psicopedagoga, fonoaudiólogo y neurólogo.

Desde el punto de visto de la psiquiatría, se realiza principalmente lo siguiente:

 

  • Pesquisa, identificación y manejo de la comorbilidad (trastornos asociados) que pueden presentarse, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), ansiedad, depresión, comportamientos violentos (producto de confusión o incompetencia para controlar su entorno), cambios afectivos cíclicos, irritabilidad y oposicionismo, y psicosis. La depresión se asocia fuertemente al Asperger, especialmente en la transición a la adultez.

 

  • Apoyo a familiares afectados por el diagnóstico o por características del espectro que dificultan su adaptación social.

 

  • Tratamiento farmacológico, que depende de la sintomatología que presenta el paciente.

 

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