Julio Kaiser, paciente de ACV:

«La rápida reacción de mi familia y la intervención médica fueron claves para mi recuperación».

En Clínica Dávila, la rápida atención y un equipo médico multidisciplinario fueron clave para la recuperación de Norberto Julio Kaiser, un paciente que sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico. A sus 55 años, Julio nunca había presentado señales de alerta hasta el día en que, repentinamente, comenzó a sentir una fuerte afectación en el lado derecho de su cuerpo. Gracias a la rápida reacción de su familia y del equipo médico, su vida pudo salvarse y, sorprendentemente, logró recuperar la mayor parte de sus funciones en pocas horas.

Era un viernes lluvioso cuando Julio, quien se dedica al transporte de pasajeros, empezó a sentirse mal. Estaba en casa con su familia cuando, de repente, comenzó a sentir dolor en el lado derecho de su cuerpo. Su familia actuó rápidamente, llevándolo primero a un centro de urgencias cercano y luego a Clínica Dávila, donde fue atendido por un equipo especializado.

Una vez en la clínica, el Dr. Lozano, neurólogo a cargo de su caso, explicó que Julio había sufrido una trombosis que afectó la arteria basilar, una de las arterias principales del cerebro. Lozano señaló que se aplicaron dos tipos de tratamientos: un fármaco intravenoso para disolver el trombo y un procedimiento invasivo para extraerlo mediante dispositivos intraarteriales.

El tratamiento y la importancia de la acción temprana

El Dr. Lozano destacó que la rapidez en el diagnóstico y la activación de los protocolos de emergencia permitieron que Julio recibiera tratamiento en el menor tiempo posible. “A las 24-48 horas, Julio presentaba un mínimo déficit neurológico. Es un caso que demuestra la importancia de contar con un equipo preparado y con protocolos bien establecidos”, afirmó el especialista.

El tratamiento incluyó la administración de medicamentos específicos y una intervención directa para extraer el coágulo. “Actuar rápidamente es esencial en casos de ACV, y contar con la tecnología y el personal capacitado para hacerlo”, explicó Lozano.

A pesar de lo grave del cuadro inicial, Julio fue dado de alta una semana después. “Todo sucedió tan rápido. Esto ocurrió en la mañana, y para las 12:00 o 13:00 ya estaba al 80%. En una semana estaba caminando sin problema”, comenta el paciente, aún impresionado por la velocidad de su recuperación.

Este tipo de accidentes cerebrovasculares suele dejar secuelas permanentes si no se trata a tiempo, pero en el caso de Julio, la rapidez de la intervención fue crucial. “El equipo médico fue increíble, no solo el Dr. Lozano, sino todo el personal que me atendió en la clínica”, añade.

La historia de Julio destaca la importancia de reconocer los síntomas de un ACV y buscar atención médica de inmediato. La clínica, con su enfoque multidisciplinario y el uso de tecnología avanzada, demuestra que, en casos críticos como este, cada minuto cuenta.

“Estoy agradecido de haber estado en las manos correctas”, reflexiona Julio. Su caso es un ejemplo claro de cómo la medicina moderna, combinada con la dedicación de los profesionales de la salud, puede salvar vidas y permitir recuperaciones asombrosas.

Síntomas y cómo reconocer un ACV

Existen dos tipos principales de ACV:

1. ACV Isquémico: Es el más común y ocurre cuando una arteria se bloquea, generalmente por un coágulo. Este coágulo puede formarse en el lugar de la obstrucción o desprenderse de otra parte del cuerpo y viajar al cerebro. Esta interrupción del flujo sanguíneo impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen a las neuronas, lo que provoca la muerte de estas células en pocos minutos si no se actúa a tiempo.

2.ACV Hemorrágico: Ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, provocando un sangrado que interfiere con el funcionamiento normal del cerebro. Este tipo de ACV es menos común, pero más mortal, y puede estar asociado con condiciones como hipertensión no controlada o aneurismas.

Reconocer los síntomas de un ACV es fundamental para actuar rápidamente. Los signos más comunes incluyen:

  • Parálisis o debilidad súbita en un lado del cuerpo, especialmente en la cara, brazo o pierna.
  • Dificultad para hablar o entender el lenguaje.
  • Pérdida de visión en uno o ambos ojos.
  • Dolor de cabeza severo sin causa aparente.
  • Pérdida del equilibrio o problemas de coordinación.

Estos síntomas suelen aparecer de manera repentina y pueden variar en intensidad. Dado que el daño cerebral puede ser irreversible si no se trata rápidamente, es crucial buscar atención médica inmediata ante la presencia de cualquiera de estos signos.

Cuando se trata de un ACV, el tiempo es el factor más importante. Según el neurólogo de Clínica Dávila, Prudencio Lozano, el tratamiento temprano puede marcar la diferencia entre una recuperación completa y secuelas graves. Los protocolos de atención rápida en clínicas y hospitales están diseñados para minimizar el daño cerebral mediante tratamientos que disuelvan o eliminen los coágulos en casos de ACV isquémico.

Uno de los tratamientos más comunes es la trombólisis intravenosa, un procedimiento en el que se administra un medicamento para disolver el coágulo que obstruye la arteria afectada. Este tratamiento debe realizarse dentro de las primeras horas tras el inicio de los síntomas para ser efectivo. En casos más graves, los médicos pueden realizar una intervención invasiva para extraer el coágulo directamente de la arteria.

Recuperación y prevención

La recuperación tras un ACV puede ser larga y compleja, y depende en gran medida de la rapidez con la que se haya recibido tratamiento y de la extensión del daño cerebral. Algunos pacientes pueden recuperar la mayoría de sus funciones en pocas semanas, mientras que otros pueden enfrentar secuelas a largo plazo, como problemas de movilidad, habla o memoria.

En cuanto a la prevención, los factores de riesgo para un ACV incluyen la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes y el tabaquismo. Mantener un estilo de vida saludable, con una dieta balanceada y ejercicio regular, es clave para reducir las posibilidades de sufrir un ACV. También es importante realizar chequeos médicos regulares, especialmente si se tiene algún factor de riesgo, para detectar problemas antes de que se conviertan en emergencias.

El accidente cerebrovascular es una de las principales causas de discapacidad y muerte en el mundo, pero actuar rápidamente ante los primeros signos puede salvar vidas y reducir significativamente las secuelas. La clave está en reconocer los síntomas y acudir a un centro de urgencias lo más pronto posible para recibir el tratamiento adecuado. Las tecnologías y los protocolos médicos modernos permiten minimizar los daños y mejorar la recuperación en los pacientes que reciben atención oportuna. Y Red Dávila cuenta con el equipamiento, el personal y la certificación internacional que aseguran que la mejor atención se consigue en nuestra red.

¿Necesitas agendar una hora?