Lucio Cordón, papá de Emilia, paciente prematura:
«Nos brindaron un apoyo humano invaluable, estuvimos acompañados todo el proceso»
El nacimiento de un bebé prematuro es una experiencia llena de desafíos e incertidumbre para cualquier familia. Este fue el caso de Emilia, nacida a las 28 semanas de gestación en Clínica Dávila Vespucio. Sus padres, Camila Lira y Lucio Cordón, compartieron su experiencia y cómo vivieron este complejo proceso, desde el diagnóstico de embarazo de alto riesgo hasta los 73 días que Emilia pasó en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCI Neonatal).
Un embarazo lleno de desafíos
Camila y Lucio habían planeado cuidadosamente la llegada de su segundo hijo. Sin embargo, desde un principio, el embarazo fue catalogado como de alto riesgo. Bajo la atención de los doctores Omar Sandoval y Francisco Díaz, Camila pasó más de seis meses en reposo, siguiendo un tratamiento estricto para evitar complicaciones. A pesar de estos esfuerzos, Emilia decidió llegar antes de tiempo. “A las 28 semanas, tuvimos que acudir de urgencia a la clínica, y después de cuatro días de internación, nació Emilia mediante una cesárea de emergencia”, relata Camila.
El cuidado en la UCI Neonatal
Emilia nació con un peso de apenas 1,3 kg y midiendo 37 cm. Al ser una prematura extrema, enfrentó complicaciones serias desde el primer momento, incluyendo dos neumotórax y una apertura del ducto arterioso del corazón. La pequeña fue internada de inmediato en la UCI Neonatal, donde comenzó un largo y esforzado proceso de recuperación.
Para los padres, el ingreso de Emilia a la UCI Neonatal fue un momento lleno de miedo y dudas. “Nunca habíamos tenido experiencia con un bebé prematuro, y los primeros días fueron muy duros”, comenta Lucio. Sin embargo, el equipo de neonatología de la clínica se convirtió en un pilar fundamental para la familia. “Nos brindaron no solo atención médica de alta calidad, sino también un apoyo humano invaluable. Nos sentimos acompañados en cada paso del proceso”, añade.
Un futuro lleno de esperanza
Hoy, un año y tres meses después de su nacimiento, Emilia es una niña fuerte y llena de vida. Aunque sigue bajo seguimiento médico debido a una displasia broncopulmonar, su progreso ha sido notable. “La seguimos tratando aquí en la clínica con la doctora Benavides y el equipo de kinesiología. Emilia ha evolucionado muy bien, y estamos agradecidos de tener este nivel de atención”, comenta Lucio.
La historia de Emilia es un testimonio de la resiliencia y el amor familiar, así como de la importancia de contar con un equipo médico dedicado, profesional y multidisciplinario. “Nunca imaginamos lo que sería tener un bebé prematuro, pero encontramos en Clínica Dávila Vespucio un lugar que nos dio seguridad y esperanza. El vínculo que formamos con el equipo médico sigue hasta hoy, y recordamos con cariño cada palabra de apoyo que recibimos”, concluye Camila.
Para aquellos padres que puedan enfrentar una situación similar, Camila y Lucio reflexionan sobre lo que vivieron y ofrecen un consejo: “Sabemos que es un momento de mucha incertidumbre, pero confíen en el equipo de profesionales que los acompaña. Ellos no solo brindan la mejor atención médica, sino también un apoyo emocional que hace toda la diferencia. Siempre sigan adelante con el amor y apoyo de sus seres queridos”, aconseja Camila.
La experiencia de Emilia y su familia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, el cuidado y el acompañamiento integral pueden marcar la diferencia. Hoy, Emilia es una niña feliz y saludable, un testimonio vivo del esfuerzo compartido entre una familia y el equipo de Clínica Dávila Vespucio.