Los primeros dos a tres años de vida de un niño constituyen una etapa de gran evolución y muy sensible a los estímulos externos.
Este progreso, definido en distintas áreas, se denomina desarrollo psicomotor (DPM), y depende de múltiples factores tales como la maduración correcta del cerebro y de los órganos de los sentidos, junto a una buena estimulación y un entorno psicoafectivo adecuado y estable.
“Es importante destacar que este es un proceso continuo, que abarca desde la concepción a la madurez, con una secuencia similar en todos los niños, pero con un ritmo variable. Mediante este proceso, el niño adquiere habilidades en distintas áreas, que le permiten una progresiva independencia y adaptación al medio”, explica la doctora Mariana Hevia, pediatra y nutrióloga pediátrica de Clínica Dávila.
De acuerdo a este patrón, se evalúa el grado de madurez de un niño en función de su edad y también de su edad gestacional, ya que la evaluación es diferente si nació prematuro.
La valoración del desarrollo psicomotor considera cuatro áreas de desarrollo:
- Motora
- Lenguaje
- Social
- Coordinación
La doctora Hevia destaca que se debe comprender que esta pauta no mide inteligencia sino el rendimiento del niño frente a ciertas situaciones de desarrollo psicomotor y que su objetivo principal es poder evaluar si un niño está desarrollándose normalmente o si hay un retraso para poder intervenir, estudiándolo y estimulándolo precozmente.
“Un niño se puede estimular favoreciendo la relación con los padres (apego seguro) e incentivando las diferentes áreas según su edad. Existen pautas de estimulación según cada edad, que incluyen, por ejemplo, realizar masajes y ejercicios, cantar canciones, contar cuentos y usar colores, móviles y texturas, entre muchos otros”, plantea la profesional.
Otros importantes factores que influyen en el desarrollo son el contacto con el medio ambiente, la cercanía con la familia, la exposición a las distintas sensaciones, la buena alimentación, los hábitos saludables y evitar enfermedades, donde es importante seguir el plan de vacunación nacional.
En general, el seguimiento de los avances del niño se realiza durante el control sano, donde el pediatra o la enfermera evalúan los hitos según pautas establecidas.
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