El incremento de los viajes fuera del país y también de las noticias, a veces alarmistas, relacionadas con el contagio, han suscitado el interés y la preocupación por la fiebre amarilla. Pero, ¿sabes qué es?
La fiebre amarilla es una enfermedad causada por un virus que pertenece a la familia de los Flavivirus, tradicionalmente asociadas a las fiebres hemorrágicas.
Se produce por la inoculación del virus al torrente sanguíneo por la picadura de un mosquito o zancudo llamado Aedes aegypti.
Según explica el doctor Roberto Olivares, Infectólogo de Clínica Dávila, esta enfermedad no se transmite de persona a persona, ya que requiere necesariamente de la presencia del vector, es decir, del mosquito que la propaga.
La mayoría de las veces se manifiesta como un cuadro febril, con compromiso del estado general, mialgias (dolores musculares), cefalea y que es autolimitado, es decir, que se termina sin necesidad de tratamiento. “Solo un 15% de los pacientes evolucionará a un cuadro severo, con compromiso hepático, renal, con manifestaciones hemorrágicas y shock, con una mortalidad de un 50% en este grupo específico”, indica el especialista.
Ante la duda de presentar esta enfermedad, se recomienda acudir a un servicio de urgencia de cualquier institución pública o privada o consultar a un especialista en enfermedades del viajero.
“El diagnóstico se realiza con el antecedente epidemiológico de viaje a zonas de riesgo, un cuadro clínico sugerente y se confirma con un estudio serológico (exámenes), o por biología molecular, buscando material genético del virus en el organismo”, afirma el doctor Olivares.
No existe un antiviral específico contra este virus, por lo que el tratamiento consiste solo en proveer soporte vital.
La mayoría de las personas infectadas, alrededor de un 80%, no presentan muchos síntomas o signos, por lo que en general el pronóstico y evolución de la enfermedad son buenos.
¿Cómo se puede prevenir?
La fiebre amarilla se puede prevenir evitando viajar a zonas endémicas de esta enfermedad (donde es habitual), o utilizando repelentes adecuados. La medida más efectiva es vacunarse.
¿Quiénes se deben vacunar? Deben vacunarse todos aquellos que viajen a zonas de riesgo donde exista fiebre amarilla (zonas tropicales de América y África) y que no tengan contraindicación. Es decir, no deben vacunarse los inmunosuprimidos en general (personas con bajas defensas), dado que es una vacuna de virus vivo atenuado; embarazadas, y menores de 9 meses de edad. Los mayores de 60 años que van a viajar a una zona de riesgo deben consultar a un especialista en medicina del viajero antes de vacunarse, pues existe una contraindicación relativa.
Para que la inmunización sea efectiva, el especialista aclara que es necesario vacunarse al menos 10 días antes de viajar a la zona de riesgo. “Si no consigue la vacuna, la recomendación es no viajar. Si decide hacerlo, debe usar repelente (DEET al 30%) y evitar exponerse a la picadura del mosquito”, puntualiza el médico.
Asimismo, señala que la vacuna confiere inmunidad de por vida, por lo que no se necesita revacunar. La dosis parcial o fraccionada, en tanto, confiere inmunidad parcial que dura alrededor de un año.
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