La espina bífida, es un tipo de disrafia, malformación congénita de la médula y los tejidos que van por fuera, es decir, una malformación que incluye la columna, los músculos, la piel y la médula. De acuerdo a lo explicado por el doctor Andrés Goycoolea, neurocirujano de Clínica Dávila, este tipo de disrafia implica que la médula se separa en dos.

Se trata de una malformación que se presenta por una detención en el desarrollo durante los primeros meses de embarazo, por lo que, en la gran mayoría de los casos se detecta cuando los pacientes aún son bebés.

Se ha visto que un factor de riesgo importante para la espina bífida es la falta de ácido fólico. Es por este motivo que durante el primer trimestre de embarazo a las mujeres se les receta tomar esta vitamina.

Esta disrafia se puede presentar en cualquier parte de la columna, desde la cabeza hasta la cola, siendo las de la zona lumbar las más frecuentes. El neurocirujano asegura que mientras más arriba aparezcan, mayor es su gravedad.

Tipos de espina bífida y sus diagnósticos

El experto asegura que existen dos tipos de espina bífida: cerrada u oculta y abierta.

Una espina bífida cerrada implica que el paciente nace con la piel cerrada, es decir, la piel está cubriendo la malformación, por lo que ésta no se puede ver.

A pesar de que no se puede ver esta malformación, la médula sí está dividida bajo la piel y se puede sospechar. El doctor Goycoolea comenta que lo principal son los estigmas cutáneos de la piel que cubre la malformación. Esto, porque dicha piel también está malformada, por lo tanto, tiene algunas características que permiten la sospecha, tales como estigmas cutáneos (manchas) que parecen lunares rojos con vellos, que aparecen en la zona de la médula en que está la disrafia.

Una vez que existe la sospecha, los exámenes que se requieren van a depender del período en el que es identificada. Si se encuentra la sospecha antes de los tres meses, el médico tratante va a solicitar una ecografía, pero si esto ocurre después de este período de tiempo, el examen de elección es una resonancia, puesto que los huesos de la columna se cierran, impidiendo que el ecógrafo pueda ver bien la médula.

Por otro lado, hay niños que nacen sin la piel cubriendo la malformación, por lo que se ve la médula y sale líquido desde adentro. En estas ocasiones el diagnóstico es visual, porque la malformación está a la vista. Estos casos se conocen como espina bífida abierta.

Tratamientos para la espina bífida

Conforme a lo expresado por el médico, en la gran mayoría de los casos el tratamiento para la espina bífida es quirúrgico. Solamente quedan en observación y sin indicación de cirugía algunos casos de disrafias que fueron detectadas en edad adulta, en que el paciente no presentó mayores sintomatologías. Sin embargo, estos son la menor cantidad de los casos.

Cuando la espina bífida es detectada a tiempo y es del tipo abierta, debe operarse inmediatamente en forma de emergencia, lo que significa que el niño debe ser intervenido antes de 24 horas.

Por su parte, la espina bífida cerrada tiene algunos riesgos, por lo que debe ser operada cuando los pacientes ya están más grandes y pesan alrededor de seis kilogramos. “Si diagnosticas una bífida cerrada, tienes dos meses para operarla. Tú la puedes operar en cualquier momento en esos dos meses”, confiesa el experto.

Como en toda cirugía pueden existir ciertas complicaciones posteriores o secuelas de la patología, pero todo va a depender de la gravedad de cada caso.

Además, el postoperatorio inmediato requiere que el niño quede recostado de boca al menos por los próximos cinco días para prevenir una complicación muy frecuente llamada fístula.

 

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