Cuando hablamos de epilepsia lo primero que hay que distinguir es que existen distintos tipos de ellas. Generalmente es un trastorno neurológico que se produce por una actividad física en el cerebro que se presenta con diversas manifestaciones en el cuerpo. El efecto de estos síntomas es lo que se conoce como crisis epiléptica.
Las crisis epilépticas se caracterizan por ser eventos paroxísticos, es decir, que ocurren en la vida de un niño de manera inesperada y que se expresa, usualmente, con movimientos motores. Son autolimitadas (duran aproximadamente un minuto). También existen otras señales, con o sin desconexión, como:
- Crisis de ausencia (el niño se queda mirando fijo).
- Solo una parte del cuerpo se afecta (brazo o pierna).
- Mientras duermen o al despertar, presentan vómitos (sin explicación gastrointestinal).
Es una condición bastante transversal, pues puede afectar a niños totalmente sanos, en sus diferentes etapas: escolar, pre-escolar, lactante y recién nacido.
También puede surgir en niños en silla de rueda con antecedentes de enfermedades graves; niños con alguna secuela como consecuencia de alguna infección (como meningitis o encefalitis); o efecto de alguna asfixia (por accidente donde haya habido un daño neurológico posterior). Un traumatismo cráneo encefálico (TEC) grave o severo puede provocar epilepsia (epilepsia adquirida).
Aun así, estas últimas epilepsias, son muy distintas a la de un niño sano o sin ninguna condición.
Conexión de síntomas con tipo de epilepsia
La doctora Francisca López, neuróloga infantil de Clínica Dávila, explica que dependiendo dónde se origina la actividad eléctrica en el cerebro será el síntoma que exhibirá el niño. “Por ejemplo, si se origina en las áreas frontales del cerebro, que son las encargadas del área motora de todas las personas, probablemente la crisis se demuestre con movimiento”. Sin embargo, el niño también podrá expresar:
- Síntomas visuales (ve luces o puntos).
- Síntomas auditivos (escuchan cosas).
- Síntomas sensitivos (hormigueo, adormecimiento o dolores que se sienten como quemaduras).
En caso específico de las convulsiones, son clasificadas en dos tipos:
- Las focales: que tienen un origen específico en el sistema nervioso central del cerebro.
- Las generalizadas: que parten desde todo el cerebro.
Diagnóstico
El diagnóstico de las epilepsias es muy importante ya que, como suelen persistir en el tiempo, se debe saber cómo tratar.
El niño que padece de epilepsia y no tiene ningún daño neurológico, en general, es un niño que lo ha heredado. El médico está encargado de evaluar qué tipo de epilepsia es, de dónde proviene y cuáles son sus características. Asimismo, debe tomar en consideración la edad y características del paciente, cuán comprometido está su sistema (desde el punto neurológico) y cómo fue su crisis. Para esto último, sirve mucho que uno de los familiares, grabe al niño durante la crisis. De esta forma, el médico tendrá una idea más clara de lo que sucedió.
También es muy importante que los padres y madres entiendan que las epilepsias no sólo se manifiestan con convulsiones. Los niños también pueden exponer movimientos oculares o ser hipoactivos (menos actividad) o hipomotores (menos movimiento).
En cuanto a exámenes, el médico solicitará un encefalograma (gráfico que registra la actividad del cerebro) y/o resonancia cerebral (toma de imágenes detalladas del cerebro).
Para el tipo de epilepsia que se manifiesta con fotosensibilidad (sensibilidad a la acción de la luz), se recomienda a los padres ser cautelosos con la tecnología (tabletas, celulares o consolas de videojuegos). Especialmente en aquellos que tengan estímulos luminosos intermitentes (luces parpadeantes).
Para tratar las epilepsias, existen diversas alternativas disponibles:
- Medicamentos o fármacos antiepilépticos.
- Cirugía curativa: donde, removiendo o extrayendo la parte afectada, el paciente se puede curar (grupo menor de beneficiados).
- Cirugía paliativa: no cura, pero contribuye a disminuir el número de crisis en casos más complejos.
- Dieta cetogénica: considerado tratamiento paliativo cuando ninguna de las opciones anteriores ayuda al paciente. Esta dieta consiste en restringir la ingesta de hidratos de carbono y aumentar consumo de grasas, aceites y proteínas. Esto se hace en conjunto con el pediatra y ayuda a bajar las crisis.
Qué hacer si mi hijo tiene una crisis de epilepsia
- Tenderlo en el suelo de lado. De esta forma, evita que se pueda ahogar con su vómito o saliva.
- No introducir ningún objeto dentro de la boca.
- Dar el remedio prescrito por el médico. Si no había experimentado una crisis antes, se recomienda sacar hora con un neurólogo infantil, lo más pronto posible.
- Mantener controles con especialistas.
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