Una vez realizado el diagnóstico de enfermedad renal crónica y tras la recomendación de trasplante, el paciente debe ser sometido a un exhaustivo estudio para descartar condiciones que contraindiquen la intervención como, por ejemplo, un cáncer no tratado, una infección activa no controlada, una expectativa de vida menor a dos años, insuficiencia cardiaca avanzada o una enfermedad coronaria no tratada.

“En adultos, los límites por edad son cada vez menos exigentes. Un adulto mayor con baja carga de morbilidad (enfermar) y buena capacidad funcional puede ser un muy buen candidato a receptor. En niños, más que por edad, el criterio apunta a cuando alcanzan determinado peso”, explica la doctora Andrea Ruiz de Arechavaleta, nefróloga de Clínica Dávila.

Una vez que se estima que el paciente puede ser receptor, se inicia un estudio protocolizado previo al trasplante para descartar alguna condición como las mencionadas previamente y asegurar que llegue en la mejor condición al momento del trasplante.

¿Cómo se accede a un donante?

Existen dos tipos de donantes, vivo y fallecido. El paciente puede acceder a ambos, con la salvedad de que el donante vivo debe tener un parentesco sanguíneo (máximo 4º grado de parentesco) o ser cónyuge o conviviente por más de 5 años. A continuación, se evalúa la compatibilidad de grupo sanguíneo y salud, corroborado por un protocolo de estudio de donante, y son evaluados por dos nefrólogos antes de dar el pase.

Si el paciente no cuenta con un donante vivo, accede a una lista de espera única nacional para recibir un trasplante de donante fallecido. Todos pueden optar a ingresar a la lista.

El tiempo que un receptor debe esperar para la cirugía depende, si cuenta con donante vivo, de lo que demora el estudio de donante y receptor, el que puede extenderse por unos cuatro meses. Pero si entra a lista de espera para donante fallecido, el tiempo que puede transcurrir es variable y puede ir entre uno a cuatro años, dependiendo del grupo sanguíneo, grado de sensibilización y tipo de donante (existe el donante estándar y el donante de criterio expandido).

Mientras espera al donante, el paciente en lista de espera debe tomarse mensualmente un examen llamado seroteca, que se almacena en el ISP (Instituto de Salud Pública); además, debe controlarse regularmente con su nefrólogo y avisar cualquier condición por la cual pudiera tener que salir de la lista de espera transitoriamente como, por ejemplo, hospitalización, infección intercurrente, viaje fuera del país, embarazo, entre otras.

“El paciente con enfermedad renal crónica y, sobre todo, en preparación al trasplante, establece una relación muy cercana con su nefrólogo tratante. Son pacientes conocidos por bastante tiempo, por lo cual se establece una cercanía con el paciente y también con su familia. El equipo de enfermería también mantiene una relación cercana con los pacientes y su familia, se aclaran sus dudas, se educan en todo el proceso. Esta relación se mantiene en el seguimiento post trasplante, por lo que podría decir que reciben bastante apoyo del equipo”, cuenta la doctora Ruiz de Arechavaleta.

Datos:

  • Hasta noviembre se contabilizan 42 trasplantes renales realizados en Clínica Dávila durante 2018; el año pasado se realizaron 30 trasplantes.

 

  • Por ser patología GES, tanto el trasplante como su seguimiento están cubiertos con una canasta de prestaciones.
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