Cuando una persona sufre daño crónico del hígado hasta llegar a la cirrosis hepática, es difícil que ese diagnóstico se pueda revertir.
Esto sucede porque la cirrosis hepática es la etapa final del daño crónico de este órgano y para entonces, las cicatrices que están en él ya formaron una fibrosis que dificulta su funcionamiento.
El doctor Armando Godoy, gastroenterólogo de Clínica Dávila, explica que para diagnosticar esta enfermedad necesario además de un exhaustivo examen físico, algunos exámenes de sangre e imágenes.
“Como es una enfermedad crónica del hígado va a dar algunas alteraciones del estado general del organismo. Como, por ejemplo, decaimiento, baja de peso o aumento del mismo, debilidad, las personas se pueden poner amarillas (ictericia).
Además, pueden comenzar a acumular líquido en las piernas o en el abdomen, también pueden tener cuadros de confusión. Incluso pueden tener algunas manifestaciones que no son específicas como sangrado digestivo producto de várices en el esófago o en el estómago”, dice el doctor Godoy.
Para diagnosticar la enfermedad, además del examen físico y las pistas diagnósticas que se obtienen la conversación con el paciente y las preguntas que éste responde, se indican algunos exámenes de imágenes como la ecografía abdominal, un escáner y una resonancia nuclear magnética (RNM).
A ellos, se suman otras pruebas de laboratorio (exámenes de sangre) que aparecen alterados y algunos otros hallazgos que se hacen específicamente en endoscopía, indica el gastroenterólogo de Clínica Dávila.
Biopsia de hígado
Rara vez se indica una biopsia de hígado. “Esta prueba se hace cuando se quiere estudiar el tejido y establecer causas de la cirrosis hepática, para establecer diferencias entre los distintos diagnósticos que puede explicar esta enfermedad. También se indica cuando se requiere específicamente hacer una demostración a nivel del tejido del hígado y ver en qué estado se encuentra”, señala el especialista.
Recomendaciones
Quienes ya tienen algún nivel de daño hepático, ya sea por hígado graso o por hepatitis deben seguir algunas recomendaciones y estar en permanente control para que la enfermedad no siga avanzando.
Un cuadro de este tipo debe ser manejado por un médico. La persona que ya está diagnosticada con algún nivel de daño hepático debe poner especial atención a lo que señala el especialista. En particular, en lo que tiene que ver con:
- Aspectos de dieta (alimentos bajos en grasas, mayor consumo de frutas y verduras, evitar el alcohol).
- Descanso.
- Deporte.
- Ciertos fármacos específicos para distintas causas que pueden conducir a la cirrosis hepática.
En el caso de las personas que ya han sido diagnosticadas con cirrosis hepáticas, el control con el médico especialista debe ser más estricto.
Trasplante de hígado: ¿Cuándo es necesario?
Cuando la cirrosis hepática avanza, el hígado deja de funcionar. Es entonces cuando es necesario el trasplante para que esa persona pueda seguir viviendo ya que se convierte en la única opción de tratamiento.
En la actualidad, en Chile y en el mundo, la principal causa de trasplante de hígado es la cirrosis hepática provocada por hígado graso.
En los niños, también se ha descrito la cirrosis hepática. “Hay niños que se ven afectados por cuadros virales como la hepatitis B, en Asia, por ejemplo. Otros, por ciertas condiciones hepáticas o enfermedades llegan a la cirrosis. Son casos absolutamente excepcionales en niños, pero está descrito”, indica el gastroenterólogo de Clínica Dávila.
Para evitar el trasplante de hígado, que es la última opción de tratamiento, hoy científicos de todo el mundo están trabajando para ampliar los tratamientos actuales para la cirrosis, pero no han tenido el éxito esperado.
Como la cirrosis tiene diferentes causas y complicaciones, son muchas las maneras en que se debe abordar y eso dificulta un tratamiento.
Por ahora, los que más han logrado avanzar, centran sus esfuerzos en tratamientos que permitan a las células del hígado revertir la fibrosis y auto-repararse con un tejido sano, sin cicatrices.
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