De acuerdo a las últimas estimaciones de la Sociedad Chilena de Gastroenterología, el 30% de los chilenos adultos tiene hígado graso no alcohólico, una condición que puede llevar a la cirrosis hepática y que rápidamente está creciendo en el país.
Como su nombre lo dice, el hígado graso se caracteriza por una gran presencia de grasa en las células del hígado.
Cirrosis hepática
El doctor Armando Godoy, gastroenterólogo de Clínica Dávila, señala que la cirrosis hepática es el estadio final de la evolución del daño hepático crónico.Este órgano se daña de esta forma cuando lo afectan enfermedades que lo inflamen de manera permanente durante un tiempo determinado.
El sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo son motivo de preocupación para los especialistas porque se han convertido en el principal factor de riesgo para el desarrollo de la cirrosis hepática.
“La cirrosis hepática es una degeneración, una alteración anatómica en las células del hígado y las estructuras que sostienen a estas células”, explica el doctor Godoy. Las células del hígado se dañan y en su proceso de auto-reparación van formando cicatrices que terminan por hacer una fibrosis en este órgano. Cuando esto ocurre, se afecta la función del hígado.
“El más frecuente y el factor que más que más nos atemoriza, como médicos, en nuestros días, es el hígado graso. La grasa que se acumula en el hígado produce inflamación. Después el hígado se desinflama, se vuelve a inflamar y así varias veces, hasta que termina por arruinarse.
La preocupación que tenemos es porque el hígado graso actualmente superó al alcohol como como causa y hoy se ha convertido en la primera causa de trasplante de hígado en el mundo. El hígado graso que lleva a la cirrosis hepática es hoy la primera indicación para un trasplante de este órgano”, indica el especialista de Clínica Dávila.
¿Qué es el hígado graso?
Se trata de una enfermedad que está relacionada con la obesidad y con el sedentarismo particularmente, advierte el doctor Armando Godoy.
El hígado graso o esteatosis hepática no alcohólica, como su nombre lo indica, se refiere a una gran cantidad de grasa acumulada en este órgano debido a que los lípidos penetran en las células hepáticas llamadas hepatocitos. Su presencia, inflama al hígado y daña sus células el que intenta desinflamarse pero con el tiempo e intentando repararse, termina con cicatrices (fibrosis) que dificultan su funcionamiento.
“Una persona que no es obesa pero que es sedentaria, también puede tener hígado graso”, dice el gastroenterólogo.
¿La razón? Una dieta alta en azúcares, hidratos de carbono y grasas como la que tiene hoy buena parte de los chilenos hace que todas estas sustancias se transformen en lípidos que se van acumulando en el hígado. Las personas que hacen ejercicio en forma constante, movilizan esa grasa e impide que se siga depositando en este órgano.
Cuando la cirrosis hepática se ha desarrollado es difícil volver atrás dice el doctor Godoy porque esta enfermedad “es una acumulación de cicatrices y revertir esa situación es complejo”, indica.
Además, de hígado graso causado por la obesidad y el sedentarismo, hay otras razones por las que se puede producir la cirrosis hepática.
El doctor Godoy destaca entre ellas la Hepatitis B crónica, Hepatitis C crónica. Ambas “pueden conducir a la cirrosis hepática por los mismos mecanismos que el hígado graso: inflamación, desinflamación y aparición de fibrosis”.
Respecto de las hepatitis agudas virales, estas “van y vienen en la mayor parte de los casos y muy rara vez terminan en cirrosis hepática”, advierte el especialista. “El hígado graso, en cambio, como se trata de una acumulación de grasa que se establece de forma permanente, entonces también de forma permanente puede ir dañando al hígado para que con los años se convierta en un hígado cirrótico”, dice el gastroenterólogo.
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