Neisseria gonorrhoeae.  Ese es el nombre de la bacteria que causa la gonorrea, una infección de transmisión sexual que afecta genitales, recto, cuello del útero y garganta y puede, incluso, afectar al recién nacido cuando una mujer que está embarazada e infectada con la bacteria da a luz.

Esta enfermedad, que para algunos estaba olvidada desde hace un tiempo, está en aumento no solo en Chile sino también en el mundo. En nuestro país, en 2010 se registraron 1.290 casos de gonorrea, mientras que el año pasado fueron cerca de 3.000.

La doctora Rosana Benítez, infectóloga de Clínica Dávila, explica que “la gonorrea es una de las infecciones sexuales más comunes y puede ser sintomática y asintomática; también existen algunas formas más graves y raras”. El problema es que cuando no hay síntomas, la persona que tiene la bacteria contagia a sus parejas sexuales sin saberlo. Cuando hay síntomas, estos generalmente son cambios en el flujo vaginal y, en el caso de los hombres, aparece una secreción por el pene, dos razones por las que las personas llegan a la consulta médica.

Esta enfermedad es capaz de producir infertilidad en el hombre y en la mujer, sobre todo cuando está presente mucho tiempo en el organismo sin generar síntomas. “Muchas veces, cuando se hace un estudio de fertilidad o en mujeres con inflamación y dolor pélvico, se descubre que la causa del problema es esta bacteria”, indica la doctora Benítez.

Cuando es un bebé el que se contagia durante el parto, el recién nacido puede desarrollar oftalmitis y una posterior ceguera. “Para evitar esta situación, en Chile se hace una prueba a las embarazadas como parte de su control ginecológico”, dice la especialista.

En el último año se han conocido algunos casos de esta enfermedad en la que los antibióticos no han sido útiles en el tratamiento ya que la bacteria se ha vuelto resistente a los medicamentos tradicionales. ¿La razón? “Por vergüenza, muchos pacientes no consultan a tiempo, pese a los síntomas. A veces recurren a personas que no son médicos  o se consiguen antibióticos en un esquema inadecuado y finalmente no dan resultado. Eso hace que la bacteria se vuelva resistente no solo al antibiótico que se utilizó, sino también a la familia a la que pertenece ese antibiótico”. También puede ocurrir que se genere una resistencia cruzada en la que una cepa resiste a ciertos antibióticos de una familia y otros, a otra familia, dice la doctora Benítez.

Otro elemento que ayuda a la resistencia antibiótica es que la Neisseria gonorrhoeae puede transmitirse a otra cepa de la misma bacteria. “Por ejemplo, una persona que es portadora de una cepa de gonorrea y se infecta con otra cepa, puede tener a dos cepas de la misma bacteria habitando en su cuerpo. Cuando estas se unen, la bacteria más resistente puede traspasar esa resistencia a determinado antibiótico a la cepa que no tenía y,  luego, cuando esta persona contagie a su pareja sexual, ambas cepas de gonorrea serán resistentes”.

¿Cómo se detecta esta infección?

Para detectar esta infección es necesario realizar un cultivo de secreción vaginal, rectal, faríngea o del pene, según se sospeche. En ese mismo examen, se puede averiguar qué tipo de antibiótico es el más indicado, cuenta la especialista.

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