Los linfomas son tumores cancerosos que se originan de las células que se encuentran en el sistema linfoide. El sistema linfoide forma parte del sistema inmunológico, que tiene componentes en diferentes partes del organismo.
Las células representativas del sistema linfoide son los linfocitos y se encuentran circulando en varias partes del cuerpo, pero se pueden encontrar especialmente en la médula ósea, en los ganglios linfáticos, en el bazo y en el hígado.
La forma más frecuente de presentación de los linfomas es a través de tumores que aparecen en los ganglios linfáticos, los que forman parte del sistema inmune. Se trata de estructuras nodulares que se encuentran en diferentes partes del cuerpo, entre ellos, cuello, axilas, dentro del tórax, dentro del abdomen y en la zona inguinal.
Síntomas y causas de los linfomas
El principal síntoma asociado a los linfomas es el crecimiento anormal de uno o más ganglios. Cuando el tumor está localizado en zonas que se pueden examinar fácilmente, como el cuello o las axilas, esta inflamación puede ser notoria incluso para el paciente.
Sin embargo, cuando el linfoma está ubicado en el tórax o dentro del abdomen, los síntomas están relacionados a los ganglios que están aumentando de tamaño, por lo que básicamente el paciente siente el aumento de una masa que está comprimiendo sus órganos internos o estructuras. Asimismo, el aumento tumoral puede generar algunos síntomas asociados como malestar general, decaimiento, baja de peso injustificada y/o fiebre.
Lo que diferencia a estos síntomas de otras patologías es la persistencia en el tiempo.
Todos hemos tenido síntomas agudos, un síntoma en que uno tiene un cuadro febril que dura dos días, un síntoma general que va a molestar una semana, estoy cansado y estoy con un cuadro medio infeccioso que va a durar una semana, lo característico de este cuadro es que dura semanas o a veces meses y es persistente en el tiempo y eso es lo que generalmente motiva al paciente a consultar.
Respecto a las causas de los linfomas, no tienen una causa directa, ya que en general están asociados a un fenómeno multifactorial, por ejemplo, exposición a tóxicos, obesidad, algunas restricciones dietéticas, tabaquismo y el más importante, la edad, ya que la incidencia va aumentando con el paso de los años. Además, existen algunas pocas excepciones, que en general tienen que ver con infecciones virales que gatillan el proceso oncológico en pacientes inmunosuprimidos, especialmente aquellos que padecen de VIH, e infecciones crónicas por helicobacter pylori, lo que potencia los linfomas gástricos.
Diagnóstico y tratamiento para los linfomas
En general, el principal motivo de consulta en los pacientes es el crecimiento tumoral en aquellos linfomas que están en una zona visible como axilas y cuello, mientras que los que están dentro del tórax o dentro del abdomen, pueden ser identificados por casualidad en un estudio imagenológico que el paciente se realiza por otro motivo o por los síntomas anteriormente mencionados que se generan por el aumento de tamaño de los ganglios.
Una vez que se ha diagnosticado la inflamación del ganglio, el examen para confirmar o descartar la presencia de un linfoma es una biopsia ganglionar. Para esto, el especialista debe sacar uno o más ganglios afectados para estudiarlos.
En este caso, la cirugía cumple un rol netamente diagnóstico y en algunos casos paliativo. El tratamiento consta esencialmente de quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y trasplante medular.
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