En general, el cáncer de pulmón, es una enfermedad que se diagnostica después de varios años desde que comienzan a proliferar las células malignas que inician hasta que aparecen los primeros síntomas.
Son al menos diez años, y para entonces la enfermedad ya está en un estado avanzado. Por ahora no existe un biomarcador que haya demostrado utilidad, pero eso no significa que no se pueda hacer un diagnóstico precoz.
¿Cómo detectar el cáncer de pulmón?
La gran mayoría de los carcinomas no microcítico de pulmón (CPNCP), el tipo de cáncer de pulmón más frecuente, “tiene una etapa pre-clínica prolongada, en que podrían utilizarse exámenes de tamizaje”, indica el doctor Pablo Mena, cirujano de tórax de Clínica Dávila.
“Mediante exámenes radiológicos es posible detectar cánceres en etapas tempranas en la forma de nódulos pulmonares. Se han diferenciado en los últimos años diferentes tipos de nódulos que se relacionan con el tipo histológico y grado de invasión”, dice el especialista.
Un estudio desarrollado por el National Lung Screening Trial demostró que la Tomografía Axial Computarizada (TAC) de Tórax, es útil para la detección precoz de cáncer pulmonar. Este estudio multicéntrico incluyó a más de 53 mil individuos mayores de 55 años que fumaban más de 30 cajetillas al año y se logró reducir la mortalidad por cáncer de pulmón en un 20% más que quienes se realizaron solo radiografía de tórax.
“Existe consenso en que la evaluación inicial de los pacientes con sospecha de cáncer de pulmón se debe realizar de manera oportuna y eficiente. La mayoría de los pacientes pueden ser evaluados de forma ambulatoria”, dice el doctor Mena.
Cuando existen otras comorbilidades en el paciente como insuficiencia respiratoria, hemoptisis, metástasis debilitantes en el cerebro o los huesos, los médicos podrían recomendar la realización de los exámenes con el paciente hospitalizado.
¿De qué sirve el diagnóstico?
“El objetivo del diagnóstico inicial es abordar la extensión clínica y etapa en la que se encuentra la enfermedad; establecer el sitio objetivo y la modalidad óptimos para la primera biopsia de tejido; conocer el subtipo histológico específico del tumor y conocer si existen comorbilidades, complicaciones secundarias y síndromes paraneoplásicos que puedan influir en las opciones de tratamiento y los resultados”, explica el cirujano de tórax de Clínica Dávila.
Según explica el doctor Mena, el diagnóstico de esta enfermedad comienza con una historia clínica completa del paciente y un examen físico en busca síntomas extratorácicos que pudieran sugerir que el tumor avanzó hacia otros órganos distintos de la zona de origen o primaria (como dolor en la cadera, Síndrome de Horner u otros síntomas neurológicos.
Esta evaluación clínica se complementa con exámenes de laboratorio como el hemograma, prueba de electrolitos, nivel de calcio, fosfatasas alcalinas, pruebas hepáticas y función renal (estos se indican para buscar evidencia de enfermedad metastásica hepática u ósea).
Luego se indican los exámenes imagenológicos. “El gold estándar es una Tomografía Computarizada (TC) de tórax con contraste, complementado con TC de abdomen con contraste en busca de enfermedad metastásica en hígado y glándulas suprarrenales”, señala.
Posteriormente, se realiza una biopsia definitiva para obtener una muestra del tejido para análisis inmunohistoquímico y genético complementario.
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