El Alzheimer es una patología neurodegenerativa que habitualmente afecta a adultos mayores, a pesar de que puede haber excepciones y presentarse antes de los 60 años. En la gran mayoría de los casos se caracteriza por afectar a la memoria de los pacientes.
Según explica el doctor Rafael Aránguiz, neurólogo especialista en Alzheimer de Clínica Dávila, “es un problema de memoria que nosotros llamamos memoria episódica que tiene que ver con las cosas que uno ha hecho o presenciado en algún momento de la vida, relacionados con un lugar, o una fecha determinada”.
Así, cuando parte la enfermedad clínicamente, o sea, el momento en que comienzan a aparecer los síntomas, hay un compromiso de memoria anterógrada, eso significa que, empiezan tener problemas con la memoria episódica de las cosas que ocurren después de ese momento, es decir, comienza a afectarse el recuerdo de los hechos que ocurrieron después de que vino la enfermedad.
Las cosas que ocurrieron antes de la enfermedad se conservan mejor, ya que están relacionadas con áreas del cerebro que no se ven tan afectadas en los primeros años. “Por eso que a veces puede haber pacientes que te dicen mire, o familiares que te dicen mire doctor, sabe que mi mamá se acuerda fantástico de lo que hizo en primero medio o en primero básico, lo que hacía con las primas cuando niña, pero no tiene idea de lo que tomó de desayuno”, confiesa el especialista.
Etapas del Alzheimer
El Alzheimer se puede clasificar en tres etapas.
En primer lugar, se habla de etapas pre-demencia, lo que abarca a pacientes que están en periodos pre-sintomáticos, es decir, no tienen ningún síntoma y funcionan absolutamente normal, pero la enfermedad poco a poco se está desarrollando en su cerebro.
La única forma de detectar la enfermedad en esta etapa, es a través de marcadores biológicos que se pueden determinar a través de neuroimágenes o muestras de líquido raquídeo.
Posteriormente, viene una etapa en que aparece la enfermedad de Alzheimer con un deterioro cognitivo leve. Un paciente con deterioro cognitivo leve tiene problemas de memoria, pero aún puede funcionar de forma independiente. Se trata de una persona que tiene las actividades básicas instrumentales de la vida diaria conservadas, lo que significa que todo lo que hizo en algún momento, no lo puede haber dejado de hacer por culpa de la memoria, tiene que seguir haciéndolo. “Puede ser que le cueste un poco más ir a pagar el banco, puede ser que se demore un poco más en hacer una transferencia electrónica, puede ser que le complique que le hayan cambiado el trasbordo de la micro o de la estación de metro, pero todavía puede seguir haciéndolo”, explica el doctor Aránguiz.
Cabe destacar que, un paciente con un deterioro cognitivo leve no necesariamente lo presenta por la enfermedad de Alzheimer, sino que podría padecer de otras demencias. Es por lo anterior, que es muy relevante acudir al especialista indicado.
Finalmente, la tercera etapa del Alzheimer define el hecho de que la persona ya tiene una demencia, lo que impide que se desenvuelva solo, afectando sus actividades instrumentales del diario vivir, como salir a comprar y tomar la micro, o incluso las actividades básicas de la vida diaria como bañarse o comer.
Esto, porque a su vez, la etapa de demencia tiene otras sub-etapas que se clasifican en leve moderada y grave.
En síntesis, “hay muchas escalas para clasificarlo, pero en realidad lo importante es que en el inicio, los problemas suelen ser más bien de memoria, y posteriormente, ya en etapas más tardías, también se agregan problemas de concentración, problemas de integración de la información visual, que es cuando empiezan a desconocer a familiares o problemas de lenguaje, les cuesta encontrar las palabras, les cuesta hilar las frases y a medida que va avanzando la enfermedad, a la memoria que fue generalmente el puntapié inicial, se le empiezan a agregar problemas de lenguaje, problemas visuales, problemas de conducta, que es lejos el primer motivo de consulta, desinterés más frecuentemente, agresividad, conductas repetitivas, coleccionismo, lo que le llaman Síndrome de Diógenes, coleccionar cosas, esconder cosas, o a veces ideas de celos o ideas delirantes, pero eso ya viene un poco después, al inicio son más sutiles los síntomas, vienen después de algunos años de enfermedad y al final, cuando ya estás en etapas un poco más graves, los pacientes ya no solo afectan las actividades instrumentales, sino que también empiezan a afectarse las básicas, les cuesta tomar el cuchillo, les cuesta usar el servicio, no saben para que lado va el tenedor, le cuesta ir al baño, le cuesta saber en qué secuencia lavarse el pelo, entonces empiezan a necesitar ayuda en cosas que ya se consideran básicas, que es como de la auto subsistencia”, comenta el neurólogo.
Causas del Alzheimer
El especialista explica que alrededor del dos a tres por ciento de los casos de Alzheimer son hereditarios por herencia autosómica dominante, lo que quiere decir que, si el papá o mamá del paciente tiene el gen, el paciente tiene un 50% de probabilidades de heredarlo.
Cuando no se trata de una enfermedad heredada, es denominada como Alzheimer esporádico, lo que se puede adquirir por una serie de factores de riesgo, entre los cuales se encuentran, otros genes heredados que implican que cuando un individuo es portador de este gen, tiene tres o cuatro veces más probabilidades de contraer la enfermedad que alguien que no lo porta, sin embargo, es importante destacar que ser portador del gen no implica que la persona necesariamente vaya a desarrollar la enfermedad, sólo aumenta sus posibilidades. A este se agrega el tener más de un familiar directo con Alzheimer, la baja escolaridad, factores de riesgo cardiovascular en la edad media de la vida, las actividades sociales, la mala alimentación y la vida sedentaria.
Diagnóstico y tratamiento para el Alzheimer
El diagnóstico para esta patología se hace principalmente con la historia clínica del paciente, a través de criterios médicos consensuados que determinan si existe o no la enfermedad. A esto se agregan exámenes de imágenes que habitualmente son escáner y resonancia de cerebro, además de un panel de exámenes de sangre para que el especialista pueda descartar otras enfermedades médicas que también podrían dañar la memoria.
El médico de Clínica Dávila explica que existen tratamientos que muchas veces tienen que ver con medidas no farmacológicas como educar al entorno, especialmente sobre cómo reaccionar frente a determinados problemas, el manejo de los factores depresivos o del ánimo que se asocian a esta enfermedad.
Además, existen tratamientos con fármacos que, a pesar de que no modifican la enfermedad, ni revierten su curso, si pueden mejorar los síntomas cognitivos y/o conductuales.
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