Tener una fractura costal (de costillas) puede resultar mucho más doloroso que la lesión de una extremidad. Mientras piernas y brazos pueden inmovilizarse durante un periodo prolongado para una buena intervención y posterior recuperación, las costillas están en constante movimiento y no podemos evitarlo por el sólo hecho de necesitar respirar. Respirar, un acto de sobrevivencia básico que no logramos evitar más allá de unos minutos, genera actividad repetitiva en la caja torácica queramos o no, y es ésta la principal razón del agudo dolor que puede producir una fractura costal por leve que sea.

Las costillas están ubicadas en el tórax, parte superior de nuestro cuerpo que solemos llamar “tronco”, son un grupo de huesos largos que tienen como función principal proteger órganos vitales como corazón y pulmones, y conectan el esternón con nuestra columna vertebral. Juan Emilio Cheyre Forestier, Cirujano Especialista en Tórax de Clínica Dávila, señala que “el foco de fractura, el lugar donde se quebró la costilla, roza de manera continua y permanente, día y noche y los pacientes tienen un dolor que puede resultar intolerable. Las primeras tres semanas son realmente muy dolorosas, son pacientes que habitualmente necesitan tres o cuatro analgésicos distintos para poder controlar el dolor que les produce la fractura”.

La fractura de costillas y, principalmente el dolor que significa para los pacientes, afecta directamente su capacidad para respirar de forma adecuada. La inhalación y exhalación se ven interferidas al no poder expandirse de manera normal la cavidad torácica, debido al dolor que produce el “inflar” los pulmones, En estos casos de extrema gravedad, las personas que han sufrido una fractura de costillas “en vez de tener un movimiento coordinado, rítmico, que permite que los pulmones se inflen y desinflen en forma apropiada, no son capaces de realizar este esfuerzo respiratorio y frecuentemente caen en ventilación mecánica por la inestabilidad de la pared torácica”

Causas frecuentes de fractura de costillas

Según el especialista de Clínica Dávila, la principal causa de fracturas costales son los traumatismos producidos por accidentes de tránsito. También son estos los casos de mayor gravedad puesto que no sólo existe la fractura sino también otras lesiones que comprometen, por ejemplo, los pulmones. Entre las causas más comunes se encuentran:

  • Accidentes de tránsito de alto impacto.
  • Descenso en bicicleta de montaña.
  • Atropellos a ciclistas y peatones.
  • Accidentes domésticos como caídas (especialmente en los adultos mayores).
  • Accidentes laborales.
  • Deportes de contacto.
  • Deportes de alto riesgo.

Si bien el cinturón de seguridad salva la vida de una persona, en el caso de un accidente vehicular de gran magnitud, es el mismo dispositivo el que “oprime la cavidad torácica provocando que se fracturen las costillas”, comenta el especialista. Al ser producidas mayoritariamente por accidentes, no son tan fáciles de prevenir como una enfermedad, por lo que lo primordial es acudir a un traumatólogo para que realice un diagnóstico en caso de presentar alguno de los siguientes síntomas:

  • Dolor en las costillas y en el área superior del pecho.
  • Dolor al toser.
  • Hinchazón y contusión en el área de la fractura.
  • Sensibilidad local grave en el área de la fractura.
  • Hemorragia interna.
  • Dolor al respirar.
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