Según la última Encuesta Nacional de Salud, el 6,2% de la población que habita en Chile tiene depresión, mientras que la sospecha de esta enfermedad llega al 15,8%, siendo significativamente más alta en las mujeres (21,7% en comparación con el 10% de los hombres).
De acuerdo con la definición que entrega la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental frecuente en el que la persona afectada siente “tristeza, pérdida de interés o placer, sentimiento de culpa o falta de autoestima, falta de concentración, cansancio, alteraciones del sueño y del apetito”.
Es importante señalar que no se trata de un “bajón”, de estar cansado o de una respuesta emocional negativa a eventos vitales normales, como puede ser un luto; sino que de una enfermedad en que participan predisposiciones genéticas, que se puede diagnosticar y son tratables.
El doctor Gustavo Tomasello, psiquiatra de Clínica Dávila, señala que todavía cuesta hablar de este trastorno, especialmente cuando se trata de personas jóvenes. “Cada vez, más personas consideran que padecen de una depresión, no necesariamente estándolo. Sin embargo, todavía existen muchas personas que estando realmente deprimidas no son diagnosticadas y tratadas. Esto último es particularmente cierto con los adolescentes a quienes les resulta difícil pensar que su vivenciar, en un momento dado, podría constituir una enfermedad y, por otro lado, sus familiares tienden a atribuir sus conductas o estado emocionales como “cosas propias de su edad”.
Frente a un diagnóstico de depresión, explica el doctor Tomasello, hay personas que reconocen su problema y trabajan, junto a sus familiares, por estar mejor.
¿Cómo saber si estamos ante una persona que sufre depresión?
Existen algunos signos que nos pueden alertar y motivar a consultar.
– Estado de desesperanza, sensación de incapacidad e inseguridad.
– Baja del rendimiento, abandono de las actividades habituales o retraimiento.
– Pensamientos negativos y repetitivos de muerte o suicidio.
– Cansancio y falta de energía.
– Dificultad para conciliar el sueño o dormir en exceso.
– Alteraciones del apetito, por lo general con aumento o pérdida de peso.
– Pérdida de la líbido (deseo de placer, especialmente sexual).
Si alguno de nuestros seres queridos o nosotros mismos, tenemos estos síntomas, la recomendación es acudir con algún médico psiquiatra para determinar si existe una depresión o no y la mejor forma de abordar esta situación.
«Más allá del tratamiento farmacológico, siempre hay una serie de medidas especificas que tienen que tomar. Por ejemplo, una persona que está deprimida tiene que dormir de forma correcta, tiene que evitar el alcohol, las drogas (incluida la marihuana) y, en la mayoría de los casaos, hacer reposo. Respecto al reposo no solo se trataría de aliviar al paciente de la carga que significa el trabajo, sino que también evitar las eventuales consecuencias negativas de trabajar estando deprimido.
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