Aunque la mayoría de las personas asocian las cataratas con el envejecimiento, esta patología óptica también puede estar presente en niños, jóvenes e incluso en recién nacidos, y actuar de manera muy similar, nublando el cristalino (lente natural del ojo) y llegando a causar visión borrosa o ceguera.
Se estima que la catarata pediátrica es la causa del 24% de las cegueras infantiles en todo el mundo constituyendo una de las principales causas de ceguera infantil.
El doctor Alfredo Zuazo, oftalmólogo de Clínica Dávila, comenta que estas cataratas pueden ser congénitas (desde el nacimiento) y se diagnostican durante el primer año de vida. También pueden desarrollarse durante la infancia o tener un origen traumático. “En todos estos casos es vital que se realice cuanto antes la detección y tratamiento, de manera de evitar el desarrollo de problemas de visión irreversibles a largo plazo”, aclara el especialista.
Lo anterior se debe a que el desarrollo de la visión, cuando el ojo y el cerebro están “aprendiendo a ver”, finaliza entre los 8 y 10 años de vida. Si las cataratas infantiles no se diagnostican y tratan a tiempo, pueden tener graves consecuencias, como pérdida de visión permanente, patologías como la ambliopía (visión reducida por desarrollo anormal), e incluso ceguera. Por eso, es muy importante el diagnóstico temprano y el tratamiento inmediato.
Tipos de catarata infantil
Las cataratas infantiles o pediátricas se dividen principalmente en dos tipos:
- Congénitas (presentes al nacer), que pueden tener una causa hereditaria (genética) o pueden ser causadas por infecciones intrauterinas como la rubeola, traumatismos (golpes), síndromes cromosómicos y enfermedades metabólicas o renales.
- Adquiridas (se desarrollan después del nacimiento), que se pueden producir por predisposición genética, algunos trastornos metabólicos como diabetes o por un trauma ocular que lesione el cristalino.
También se pueden presentar de forma espontánea y tanto en uno (unilateral) como en ambos ojos (bilateral).
Síntomas y diagnóstico
En general es más difícil detectar las cataratas en los niños, especialmente en los más pequeños. Por esa razón, es fundamental estar atentos a las señales como:
- Pupila blanca (leucocoria), que se manifiesta como una mancha o reflejo blanquecino tanto a simple vista como en fotografías
- Estrabismo o desviación ocular
- Fotofobia o molestia intensa a la luz
- Nistagmus o movimiento involuntario del ojo de un lado a otro
“Usualmente estas cataratas son detectadas por los mismos padres o por el médico en los controles de rutina o tras alguna lesión ocular”, explica el doctor Zuazo.
Los pediatras suelen realizar el screening a recién nacidos, que es una prueba de reflejo rojo de la pupila e incluso algunas veces se identifica al observar un reflejo blanco en las fotografías tomadas con flash al niño.
Ante cualquier sospecha, la recomendación del especialista es llevar al niño a la brevedad al oftalmólogo para descartar o confirmar el diagnóstico.
Tratamiento
El tratamiento de las cataratas pediátricas depende del nivel de impacto en la visión del niño. Sin embargo, en la mayor parte de los pacientes se va a necesitar de cirugía para eliminar el cristalino con catarata y reemplazarlo, en algunos casos, por un lente intraocular.
Este es un procedimiento con mínimo riesgo, que se realiza con técnicas e instrumental especial, adecuados al tamaño y desarrollo del ojo del niño.
Tras la cirugía se debe comenzar un largo proceso de rehabilitación, dirigido a la reparación de las conexiones entre el ojo y el cerebro y para enseñarle a enfocar adecuadamente.
Este tratamiento se basa generalmente en el uso combinado de lentes de contacto y anteojos, que en algunos casos también incluye en uso de un parche para cubrir el ojo sano y estimular la visión del más débil.
“Cuando reciben un tratamiento adecuado y oportuno, con un seguimiento médico constante, los niños con cataratas tienen un muy bien pronóstico, aunque puede que necesiten de varios años de rehabilitación visual para que se evidencien los resultados más exitosos”, puntualiza el doctor Zuazo.
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