Caracterizadas por la pérdida de transparencia del cristalino del ojo, con una opacidad parcial o total, las cataratas son una anomalía ocular frecuente en edades avanzadas. Sin embargo, también pueden presentarse, de manera más excepcional, en épocas más tempranas e incluso desde el nacimiento.

Cuando un niño/a nace con esta patología, se denominan cataratas congénitas, las que constituyen uno de los principales factores de deterioro visual en la infancia y una de las causas más comunes de ceguera infantil tratable.

Según explica la doctora Denise Manieu, oftalmóloga de Clínica Dávila, el origen de este tipo de cataratas puede ser hereditario (genético) o pueden ser causadas por infecciones intrauterinas como la rubeola, traumatismos (golpes), síndromes cromosómicos y enfermedades metabólicas o renales.

Las cataratas congénitas suelen afectar la visión, por lo que requieren de derivación al especialista y seguimiento cercano para evaluar la necesidad de cirugía.

Además, pueden ser bilaterales o unilaterales y también acompañarse, en algunas ocasiones, de otras patologías del ojo.

¿Cómo se identifican las cataratas congénitas?

En niños muy pequeños, generalmente son los padres o el pediatra, en los controles de rutina, quienes pueden detectar algunas señales de cataratas. Entre estos síntomas se cuentan una mancha o reflejo blanquecino en la pupila a simple vista o en una fotografía (leucocoria), estrabismo (desviación ocular), fotofobia (molestia intensa a la luz) o nistagmus, que es el movimiento involuntario del ojo de un lado a otro.

“Es muy importante estar atentos a estos signos, pues este tipo de cataratas pueden pasar desapercibidas en edades muy tempranas, en especial cuando es unilateral, pues el niño se comportará normalmente, pero estará viendo por un solo ojo. Además, un retraso en el diagnóstico y tratamiento puede dificultar el proceso de maduración visual y provocar una ambliopía, conocida como ojo vago”, puntualiza la doctora Manieu.

Por eso, indica, ante la presencia de cualquiera de estos síntomas, se debe llevar al menor a la brevedad al oftalmólogo para descartar o confirmar el diagnóstico.

¿Cuál es el tratamiento?

Si la catarata afecta el desarrollo visual del menor, se recomienda realizar la cirugía lo antes posible, para alcanzar los mejores resultados y un buen pronóstico en la recuperación de la visión, puesto que los primeros meses de vida son vitales para la estimulación visual y la formación de mecanismos cerebrales.

Durante la cirugía se extrae la catarata y, dependiendo de la edad del niño/a, se determina la posibilidad de realizar el implante de un lente intraocular. Tras el procedimiento quirúrgico, es necesario iniciar un proceso de rehabilitación y recuperación visual, que suele combinar el uso de lentes de contacto, anteojos y parches, y que normalmente se extiende durante toda la infancia.

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