Una de las tareas complicadas para los padres es, sin duda, la incorporación de nuevos alimentos en las comidas de los niños. Son varios los factores involucrados en esta labor, pero con paciencia y perseverancia es posible que tus hijos tengan una alimentación sana y variada.

La nutricionista infantil de Clínica Dávila, Paola Hernández, explica que hay varios factores que influyen en la variedad de alimentos que ingieren los niños. “Influyen muchos aspectos, por ejemplo, si ese niño siendo bebé recibió o no leche materna o solo fórmula, los hábitos familiares, si el resto de las personas que están con el menor comen o no de forma variada, si hay una exposición temprana a alimentos no saludables que sean altos en azúcar o grasas que sobreestimulen al niño y se conviertan en una razón para que tiendan a rechazar alimentos que son más saludables”, dice la especialista.

Según la nutricionista y, de acuerdo a lo que cada día ve en su consulta, los pescados, legumbres y verduras son los alimentos que más rechazan los menores. “La mayoría de las veces es sólo por el aspecto que tienen ya que muchas veces ni siquiera los prueban antes de rechazarlos”, señala. Además de la apariencia que tienen, también importan los hábitos familiares, ya que, si este tipo de comidas no las preparan con frecuencia en casa, o son niños que han sido expuestos tempranamente a alimentos no saludables, como bebidas o jugos en vez de agua, y les ofrecen pescado frito en vez de cocido, se hace un poco más difícil esta tarea.

La alimentación basada en leche materna es un factor protector al momento de incorporar nuevos sabores. “La leche de la madre cambia de sabor según la alimentación que ella tenga. Así, al ofrecer alimentos “nuevos” al bebé, éste reconoce el sabor y tiende a aceptarlos con mayor facilidad. Hay estudios que así lo demuestran”, explica la nutricionista.

Con respecto a las texturas de las comidas, la especialista dice que la aceptación de diferentes texturas de los alimentos, tiene relación con el desarrollo motor del niño. “Se parte ofreciendo a los niños alimentos en consistencia “papilla” o “puré” al iniciar la alimentación complementaria, luego alimentos triturados, hasta llegar a la alimentación entera. Es decir, para que la aceptación de nuevas texturas sea buena, es fundamental que las comidas estén adaptadas a la capacidad de masticación del niño. También es importante exponerlos de forma temprana a nuevas texturas y permitir que las manipulen. Se pueden entregar alimentos de diferentes texturas para que los huelan, muerdan y saboreen”, indica Paola Hernández.

Por último, dice la nutricionista, es importante que en todo momento el niño o la niña esté adecuadamente supervisado por algún adulto. Los alimentos que puedan significar un riesgo de atoramiento, se deben evitar.

 

Para que puedan recibir de mejor manera los alimentos se recomienda que no haya elementos distractores como la televisión, teléfono móvil, tablet o juegos.