A partir de los seis meses de edad, se recomienda complementar la lactancia materna con los primeros purés de fruta para luego, de a poco, ir incorporando papillas de vegetales. Cuando los niños van creciendo y es ya tiempo de iniciar una dieta variada que incluya vegetales, legumbres y pescados, la tarea ya no es tan simple y pueden aparecer algunas complicaciones.

Muchas veces, los niños rechazan un alimento la primera vez que lo prueban, la segunda, la tercera y las siguientes; pero eso en ningún caso significa que no les ha gustado.

La nutricionista infantil de Clínica Dávila, Paola Hernández, identifica tres errores frecuentes que los padres cometen durante este proceso:

  • Agregar azúcar o sal a los alimentos porque, a su gusto, están “desabridos”.
  • Forzar la alimentación y ofrecer alimentos nuevos en un mal momento, por ejemplo: si el niño está enfermo o lo ha estado recientemente (con fiebre, cuadros digestivos, hospitalizado).
  • Sacar al niño de sus juegos bruscamente obligándolo a comer y, por ende, ofrecerle algo que claramente es menos “atractivo” que el juego.

El número de exposiciones a alimentos o comidas nuevas influye en los gustos y aversiones del niño, como también son determinantes el contexto social y los refuerzos positivos o negativos al consumirlos. Lo importante es ofrecer los alimentos nuevos siempre en un contexto “amigable” y nunca forzar”, señala la nutricionista infantil.

La especialista indica que un estudio publicado en la revista Pediatrics, mostró que después de 10 oportunidades ofreciendo un vegetal, los niños aumentaron significativamente su ingesta, mostrando mayor aceptación los que eran alimentados con leche materna versus aquellos con fórmula, debido a que la leche materna varía su sabor de acuerdo a los alimentos que consume la madre. Otros estudios señalan que para hablar de un rechazo definitivo deben haber pasado al menos 15 rechazos previos al mismo alimento, siempre que estos se ofrezcan en diferentes momentos y en distintas preparaciones.

Otro aspecto importante que recalca la nutricionista, es que los niños vean a sus padres comer los alimentos y preparaciones que a ellos les están ofreciendo y compartan esos momentos. “Existen estudios que demuestran que la disposición del niño a probar alimentos nuevos se ve influenciada por el ejemplo dado por padres y/o familiares. Es decir, un niño va a recibir mejor un alimento si ve que su familia lo consume”.

En los niños con rechazo alimentario (tras varias exposiciones), dice la especialista, se recomienda evaluar si existe alguna causa orgánica (enfermedad asociada) o si es efectivamente por “preferencia”.  “Influye también el modo de preparación y el que sean llamativos a la vista, como también el que sean preparados y consumidos por el resto de la familia”, indica.

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