Junto con afectar su descanso y el de la familia completa, si un niño no duerme bien puede sufrir múltiples efectos a largo plazo. “El sueño es importante para un desarrollo neurológico adecuado, por lo que un patrón de sueño anómalo en un niño o adolescente puede tener consecuencias de intensidad variable, que pueden ir desde la hipersomnia (sueño excesivo) diurna, alteración en el rendimiento escolar y aprendizaje, problemas conductuales como irritabilidad o agresividad, dificultades de sociabilización y mal incremento de peso y talla”, explica la doctora Romina Santibáñez, neuróloga infantil de Clínica Dávila.

Por tal razón, la especialista destaca la importancia de educar y crear hábitos de sueño desde que se nace, junto con estar atentos a ciertas señales y claves generales para consultar al especialista cuando sea necesario.

  1. Entre los tres y los cinco años, casi todos los niños ya deberían dormir de corrido.

La cantidad de veces que un niño despierta durante la noche está muy relacionada con la edad. Los niños menores de seis meses pueden despertar para alimentarse durante la noche cada tres a cuatro horas sin que esto genere un trastorno.

Después de esta primera etapa, se tiene un sueño más maduro, por lo que el niño debería lograr dormir mayoritariamente de noche. Los despertares nocturnos pueden seguir siendo fisiológicos y están presentes en un 20 a 40% de los niños menores de tres años; en 15% a los tres años, para volverse muy inhabituales, con menos de un 2%, después de los cinco años.

  1. Las horas de sueño también dependen de la edad y van disminuyendo a medida que el niño crece.

Al nacer, los lactantes duermen unas 16 a 18 horas por día. Luego, alrededor del tercer mes, el sueño se reduce a unas 14 a 15 horas, llegando a 12 horas a los tres a cuatro años de edad y a unas 9 a 10 horas al comenzar la adolescencia.

  1. Es importante mantener horarios de sueño todos los días.

Más que una hora ideal para acostarse, se debe respetar el tiempo total de sueño por día, mantener una rutina bien establecida y una correcta higiene del sueño, para lograr que el niño despierte y se acueste todos los días más menos a la misma hora. “Si esto se cumple, en términos generales se acepta que una buena hora para dormir, según nuestra ubicación geográfica, sería no más allá de las 21 horas”, agrega la especialista.

  1. A los cinco años ya se podría prescindir de la siesta.

Las siestas también disminuyen en número y duración a medida que la edad avanza. Se aceptan algo más de tres horas de sueño en dos a tres siestas a los seis meses de edad; dos siestas, una vespertina y otra matutina, hasta los 18 a 24 meses de edad, y unas dos a tres horas de sueño, en una única vez, a los dos o tres años.

Entre los cuatro a cinco años de edad, entre el 35 y 40% de los niños ha suspendido naturalmente la siesta, por lo que posterior a los cinco años un niño podría prescindir de ésta.

  1. La falta de sueño puede influir en cambios de conducta o problemas de rendimiento escolar.

“Cuando un niño duerme mal se podrían observar alteraciones en la conducta, como hipersomnia diurna, irritabilidad e hiperactividad, disfunción en el rendimiento escolar y aprendizaje e incluso dificultades en el crecimiento”, asegura la doctora Santibáñez.

También se pueden reconocer algunos signos de trastorno del sueño que se pueden evidenciar durante la noche como despertares frecuentes, ronquido nocturno, pausas respiratorias, dificultad para despertar por las mañanas y excesiva irritación al despertar.

  1. Gran parte de estos trastornos se solucionan con higiene de sueño.

Las alteraciones del sueño en la infancia y adolescencia tienen una etiología multifactorial, lo que quiere decir que podrían encontrarse más de una causa que influya en un patrón de sueño anómalo. “Sin embargo, hoy entendemos que la etiología y el factor conductual es muy importante y potencialmente corregible, por lo que nuestra primera intervención debe fijarse en medidas generales de higiene del sueño, cuidando una rutina bien establecida, cumplir con el tiempo total de sueño y velar por condiciones ambientales óptimas para un buen descanso”, indica la doctora.

Recomendaciones para que los niños pequeños tengan un buen dormir

Es fundamental fomentar un buen hábito de sueño, incluyendo algunas medidas como:

  • Sostener una rutina a la hora de irse a la cama.
  • Ajustar el ambiente para favorecer el sueño, manejando factores como la luz, ruido, temperatura y cama.
  • Eliminar situaciones estresantes o activantes antes de irse a la cama.

Horas de sueño recomendadas según edad

Recién nacidos (0 a 3 meses) Entre 16 y 18 horas al día
Lactantes (4 meses a 1 año) Entre 14 y 15 horas al día
Niños pequeños (1 a 2 años) Entre 11 y 14 horas al día
Pre escolares (3 a 4 años) Alrededor de 12 horas al día
Escolares (5 a 12 años) Entre 9 y 10 horas al día
Adolescentes (13 a 17 años) Entre 7 y 9 horas al día

 

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